miércoles, 25 de mayo de 2016

27 de mis primeros treinta días

I
Escribo la catarsis de mi esperanza,
dibujando en mi mente las razones
que me impulsaron a desear tomar tu mano,
a preferirte antes que a las razones vacias.
Y dibujo en mi mente tu imagen,
apoyada en el barandal de la escalera
esa sonrisa ilumina tu rostro
y su resplandor es más fuerte que mil estrellas
Es más fuerte que un amor...
II
En una esquina entre tu tiempo
te escondes, justo al lado de tu ilusión,
sembrando rosas que segarán los niños,
que alimentarán letras de canciones.
III
Me olvido de ti por un tiempo
Pero ligera mi alma sale a buscarte,
anhelante de tu sonrisa,
del calor de tus manos.
Y me invades nuevamente,
me embriago del eco de tu voz,
de tu mirada perdida hablando del tiempo,
de los abrazos que no volverán...
IV
Ahora el recuerdo las llemas de tus dedos me queman,
se aviva la herida del recuerdo de tus manos en las mías,
de las veces que las tomé furtivamente,
pero ya tus manos se marcharon para siempre.
Ahora solo quedan heridas en mis manos,
besos de despedida,
abrazos de ayer...
V
Me golpean tus miradas,
desarmado quedo ante el perfume de tu sonrisa,
abre espacios en mi mente,
me inunda de ti, de quien eres, de quien deseo amar.
VI
No puedo escribir de ti
se arremolinan en mi cabeza
el perfume de tus besos
y bloquean mi pensamiento.
Poco a poco recupero la cordura,
mientras llegan a mi los recuerdos,
tu piel en mis manos,
el susurro de tu voz,
tu pícara sonrisa,
tus gestos que me apasionan,
el latir de tu corazón.
Y aún así, no puedo escribir de ti..
VII
El pensamiento que se cierne en tu mirada,
gentil e inocente invoca un verso,
el verso habla del sol, de la Luna y el silencio,
del mar y de dos personas en la arena,
y el silencio del atardecer.
Y tu formas el silencio,
tu silencia separa el alma,
tus latidos se hacen eternos,
y tu corazón se vuelve a ti...
Intermedio I
Estas noches evaporan tu esencia,
y así me pierdo pensando en ti,
y llega hasta mi razón el perfume dulce de tu piel
única y suficiente razón por la cual,
al abrazarte, no quiero separarme de ti.
Y me invaden tus detalles,
cada vez más importantes para mi,
y me invaden tus gestos,
sensaciones y palpitares que engalanan,
tu ya de por sí milagroso cuerpo
Y en el silencio, llega hasta mi tu voz,
y tu timbre se hace violento en mi cabeza,
arrebata la cordura que tanto dure en recuperar,
y tu voz me llena, me innunda,
me embriaga...
VIII
Distante y lejana,
tu mirada se mezcla con el tiempo,
como si fuera un eterno guardián
de los besos con los que amaste.
IX
El calor de tu piel quema mis labios,
no olvidan el perfume de tu piel,
se suicidan cantando canciones que hablan de ti,
de la brevedad de tus sonrisas
X
Cual dulce susurro regresa a mi recuerdo
la aparición divina de tu piel cubierta de blanco.
Y explota en tu cuerpo la melodía
que corta la respiración de cualquiera
Y aderezas tu belleza con tu mirada,
con tu sonrisa, que encienden el misterio.
Y me quedo amándote, deseando abrazarte,
mientras te pierdes lejos de mi.
Y una vez más me enamoraría de ti,
de tu recuerdo, de tus ojos,
de tu dolor, de tu sonrisa,
una y mil veces más.
XI
Tus gestos me hechizan,
cada mirada, cada sonrisa,
cada movimiento de tus manos
me hechiza el latir de tu corazón,
cuando caminas, cuando respiras.
Y sola tu me hechizas
eres la aparición que cautiva mis sueños,
y eres la realidad que inunda mi mirada,
y eres la poesía que hace brillar los días oscuros.
XII
La inmensidad de tu misterio me cautiva,
prisionero me encuentro nuevamente
de la melodía silenciosa
que engalana tu mirada.
Entre cada silencio nuestro estoy pensando en ti,
y termino dándome cuenta 
que cada canción en mi boca habla de ti,
de la mujer que siempre soñé,
la mujer que jamás esperé conocer.
Y desordenas todo dentro de mi,
y trato de descifrar tu misterio,
mientras te amo cada vez más cuando que recuerdo,
el calor de tus manos,
el espacio que llenas en mis brazos,
tu piel en mis labios y el aroma de tu cuerpo.
Y no insisto en descifrarte, porque tu misterio es tu mayor belleza,
y te quiero bella como el sol, como la Luna o las estrellas,
y así me enamoro más de ti cada día.
XIV
Estás tu y tu silencio,
y tu silencio me grita razones,
lo trastorna todo
Y entre tu silencio estoy yo,
y mis razones para amarte,
me susurran de ti, de tus gestos,
de tu carácter y de todo lo que amo de ti
Y tu silencio, poco a poco, vuelve a aquietarse,
y me quedo en silencio,
esperando sentado, abrazado a mi amor,
a mi amor por ti...
XV
No es solo tu risa,
es lo bueno y lo malo de ti,
es tu secreto, todo lo consume,
como fuego impetuoso consumiendo mi alma
Me atreve a apostarte todo,
a dejarme caer al vacío de tus secretos,
a aceptarte como eres, en medio de todo,
inocente, inconsciente y hermosa.
Si tuviera que apostar, apostaría mi vida,
que al final, mi vida no es vida sin ti.
XVI
Eres recurrente en mi, iterante,
vuelves cada día, cada mañana,
tu sonrisa se cuela en mi mente
como se cuelan los rayos de sol en las mañanas.
Y te espero cada día,
que te renueves en cada espacio de mi mente,
en aquel lugar, donde todo habla de ti...
XVII
La luna me habla de ti,
del sueño que alguna vez le confiaste,
del sueño del que habla el tiempo
que misericordioso aguarda en tus ojos.
Y yo le hablo a la Luna de ti,
porque tu eres mi sueño,
y la luna guarda mi sueño,
y el sueño del niño de ayer.
XVIII
Llegó mi verano,
bañado por el viento del norte,
y el viento jugaba con sus cabellos,
y se llevó su figura ahogando un susurro de mi voz.
XIX
Se apaga la música,
se extiende el silencio,
tu sombra viajera aparece,
me augura la sinfonía de tu cuerpo
Y estallan melodías entre los latidos de tus sueños,
y estallas tu,
y luego otra vez silencio.
XX
El hado me priva de tu presencia,
tu sombra se escurre de mi memoria,
tu sonrisa, clara como el manantial en la mañana,
se aleja sutilmente.
Cada vez me pesa más no verte,
no abrazarte, no sentirte,
y cada vez más lejos de ti
mi razón se confunde.
Y vuelvo al suelo,
de donde salí para amarte,
y me hago polvo,
mientras se vacía tu recuerdo...
XXI
Eres la sombra de mi deseo,
eres el buen nombre que pronuncian mis labios,
eres el pensamiento que acaricia mi alma,
en medio del tiempo, en medio de oscuridad.
Eres la risa, el sol, la luna,
eres todo en mi mundo,
eres el principio del tiempo,
eres la última gota de agua de lluvia en el verano.
XXII
De pronto irrumpes en la escena,
y todo a tu alrededor se desvanece,
y las miradas te golpean
cuando estás desprevenida.
Luego el escenario tiembla,
tus pasos rompen el silencio,
tu sonrisa desvanece las nubes,
tu voz hace callar a lo gilgueros.
Y en medio de todo,
tu corazón escribe sinfonías,
y tu sinfonía me conquista,
tu sinfonía también es mi verano...
XXIII
Es tu nombre,
me lo canta el viento,
lo veo en la Luna,
lo dibujan las estrellas.
Se cuela en mi piel como los rayos del Sol,
es tu nombre, la dulce melodía que evoca tu sonrisa,
la sombra fresca en los veranos de mi alma.
Es tu nombre,
tu nombre me lo canta el mundo.
XXIV
Eres la musa desencadenada,
te paseas por mi mente sin restricciones,
y entre más lejana estés más te anhela mi mente,
mas sienten tu ausencia mis ojo.
Y al alejarte tus silencios regresan, gritan, intimidan,
y mis razones esta vez callan,
las veo discutir, abriendo espacios en mi mente,
y te veo a ti, de espaldas frente al mar.
Y te veo hermosa en mi memoria,
y recuerdo que te preferí desencadenada,
y recuerdo que te desee libre,
y aún tu silencio grita y mis razones discuten.
XXV
Y justo hoy me cautiva más tu libertad,
mis razones y tu silencio se pierden,
se disipan al oírte enfrentándote a todo,
al luchar en contra de la corriente.
Y te veo más hermosa, y te veo más feliz,
y la persona que veo frente a mi es ideal,
es libre a pesar de todo,
y sabe amar como nadie más.
XXVI
Estas canciones en mi mente hablan de ti,
escriben tu nombre en mi cabeza,
dibujan tu silueta junto a la playa,
de pie frente al sol del atardecer.
Pero las canciones hablan de ti,
de tu libertad, de fuerza, de tu firmeza,
y ya no está tu nombre ni estás tu,
solo está la playa, la noche y yo.
XXVII
Hoy tu suerte habla,
desplaza las tinieblas,
hace callar las voces contrarias,
te habla de tu bien y tu libertad
Hoy tu suerte está en tu sonrisa,
la adorna la brisa que acaricia tus cabellos,
grita bendiciones acompasadamente,
con el vaivén de tu caminar agraciado.
Hoy tu suerte se muestra como es,
libre, hermosa, solidaria,
hoy tu suerte me da un motivo más,
hoy tu suerte me hace enamorar.

Amanecer_fragmento

Y así se encargaba de soñar, de vivir como si el cielo se abriese para ella, como si la Luna bajara de su bóveda de estrellas y se posara plácidamente en sus hombros, como ave prisionera que escapa a las líneas que trazan las estrellas entre si, líneas que marcan el paso de las horas, de los días, de las vidas de los hombres. Otra vez sobre la arena, en el caer de la noche al compás del despertar trepidante del Sol, partiendo con rayos los últimos instantes de la noche, opacando a las estrellas que hasta hace un segundo atrapaban los ojos y las ilusiones. El amanecer nos es otra cosa que el despertar de la realidad, el volver al camino, el continuar las tareas, el separarme de vos; y vos te separás de la Luna, te despedís de las estrellas y te soltás de mi mano, mientras tu delgada figura se yergue y tus ojos se mezclan con los rayos incesantes que se quiebran en el vaivén de las olas.

Fragmento 1

Prólogo
Como describir lo prefecto, hay tantos matices y tantas gamas de pequeños detalles que inundan los ojos de las personas, la perfección no es un sentido universal, no existe perfeción única, hay patrones preestablecidos para ciertos espectadores que lo único que hacen es corromper la individualidad de pensamientos.
Que es, pues, lo perfecto. Que es esa maravilla que conecta nuestras emociones con nuestros sentidos y cada terminación nerviosa. Es esa perfección la que nos traslada a traves de nuestros sueños y se burla de nosotros al copiar el roce de nuestros dedos sobre la piel desnuda, el calor del cuerpo amado, desatado y decidido a entregar la humanidad de sus entrañas traducidos en besos y caricias. Es la escencia de lo puro la perfección, detrás de retoques y toneladas de correcciones en gel y polvo; la escencia de lo divino, de lo que proviene del polvo, la asimetría perfecta del rostro de la mujer soñada, asimetría que el pensamiento interpreta como la razón perfecta, razón perfecta que se escapa de la razón imperfecta de la masa que busca un sueño imperfecto biológicamente hablando.
Ahora bien, nuestra razón es privada de voz y veto en el arte del amor, ya que lo que por lo general nuestra razón interpreta como ideal, lo cual generalmente es una reacción pro o anti edípica, dista mucho de aquella perfección por la cual se mueven nuestras verdaderas razones.
Pretendo, no escribir algo común ni un tratado sobre amor, tampoco un escrito que cargue con la desesperanza del amor, tal vez será solo una historia, sobre lo irreal y lo que dejó de ser lógico para ser natural, humano, con pensamiento y naturaleza de la mano...
Sombra
Plantado en medio de la acera, con la mirada perdida y un vacio en su mirada.
- La perdí Raúl, la dejé ir, has visto que pasás toda tu vida preparandote para el día en que aparezca, un momento fortuito, un cruce de miradas,

martes, 12 de enero de 2016

La niña en la noche de la ciudad antigua

En medio del tiempo, en la ciudad antigua, una niña pequeña observaba las estrellas; la ciudad antigua no era bulliciosa ni la luces opacaban las estrellas del cielo, todo lo contrario, al llegar la noche oscura el destino del las luces acababa y el cielo renacía con fulgurantes estrellas. Así, la niña tomaba la terraza de su casa y cada noche descubría el misterio que engalanaba el cielo.
Los días en la ciudad antigua eran difíciles, el mundo antiguo siempre lo fue. Despertar, los deberes, caminar al centro, el bullicio, los cambistas, el mercado, los paseantes, atender el lugar... Los días no cambiarían si la niña no hubiera descubierto la biblioteca.

La biblioteca estaba justo detrás del mercado, por esas razones que nadie entiende encontró un camino empedrado en uno de sus viajes por el agua para lavar sus manos, el camino era angosto y muy corto, al poco tiempo la niña se percató que la anciana que vendía amuletos entre el especiero judío y la pitonisa griega no había llegado al mercado ese día, el puesto debería estar obstruyendo la visión del camino todo ese tiempo, antes de llenar la vasija se adentró en el callejón donde moría el camino, al otro lado un edificio con columnas adornaban un corredor ancho donde algunas mesas albergaban a ancianos con manuscritos en las manos, algunos solo leían, otros tomaban plumas y sumergían sus puntas en frascos blancos y pequeños, la niña aún no se atrevía a cruzar la calle, observaba con fascinación el movimiento acompasado de todas las plumas. De pronto, una mesa rompió el compás, un anciano bastante calvo con una barba larga y puntiaguda tomo el pergamino que usaba y lo arrugó entre sus manos mientras vociferaba y culpaba a los dioses de su desdicha, un par de plumas más se detuvieron, luego de unas cuantas risas las plumas volvieron a acompasarse, ahora el anciano calvo movía su pluma más despacio, la niña se percató entonces que las plumas se movían a distintas velocidades y todas marcaban ritmos distintos, la niña entonces recordó un grupo de músicos de circo que estuvo en el mercado y como tres de los músicos tocaban el laúd, sin embargo cada uno de ellos lo tocaba de forma distinta y así frente a la biblioteca, la niña empezó a crear una melodía con el movimiento de las plumas, la melodía de todas las plumas se juntaba en una sola, ya no eran solo laúdes, eran tambores, panderos, clarines y flautas, de pronto una carreta se interpuso en su visión, y todas volvieron a ser plumas.
La niña cruzó la calle al fin, mientras el anciano calvo nuevamente se levantaba en medio de risas de todos los demás hombres que se encontraban en el corredor. La puerta que tenía frente a ella era alta, muy alta, y aunque para una niña las cosas altas son relativas, no dejaba de medir tres veces el alto de un adulto, era una puerta de madera brillante y oscura, la niña pensó que le preguntaría al carpintero que tipo de madera era aquella. Cuando la niña apenas tocó la puerta esta se deslizó suavemente sobre sus soportes, la fascinación de la niña fue enorme, la puerta de su casa era mucho más pequeña y sin embargo requería mucha más fuerza abrirla, pero no se acabó solo con eso, un amplio salón le daba la bienvenida, el piso de la cámara era brillante y parecía que estuviera andando sobre el agua, el techo se alzaba más alto aún que el de la catedral de la ciudad. De pronto una voz sacó de su trance a la niña, - el conocimiento está disponible para todos, de hecho, es la única forma de cambiar tu destino - dijo una anciana que se sentaba junto a la puerta - pero los libros y el agua no se llevan muy bien que digamos. La niña se percató que se había alejado demasiado y había perdido mucho tiempo, justo cuando iba a salir corriendo la anciana se dirigió a ella: - regresa pronto pequeña, con la mente fresca, las manos limpias y sin vasijas. La niña no corrió, salió tranquila pensando que la esposa del tejedor siempre había tenido razón sobre lavarse las manos.

La anciana le recibió nuevamente, la alegría en el rostro de ambas daba a entender una extraña complicidad que había iniciado apenas el día anterior, la niña mostró sus manos limpias como respuesta a la advertencia del día anterior, la anciana asintió con la cabeza y la niña empezó a caminar hacia el interior del salón, con la naturalidad de aquella persona que ha visitado una biblioteca toda su vida, pero la niña tenía nueve años y era apenas su segunda visita. La escasa visión de su esporádica visita había permitido tener una vista general del lugar, sin embargo adentrarse en el salón le dio una visión distinta, las paredes de piedra blanca alternaban con vitrales que detallaban interesantes figuras de heroes, villanos y criaturas extrañas, grandes estantes como los que había visto muchas veces en la tienda de jarrones, se repetían por lo que parecía incontable para la niña, en el salón habían mesas donde hombres y mujeres jóvenes revisaban viejos manuscritos, de vez en cuando aparecía una anciano, consultaba a varios jóvenes, tomaba varios pergaminos y seguidamente se dirigía hacia la puerta. Varias ancianas ordenaban las estanterías, parecía que habían al menos dos jóvenes con cada una, a una la acompañaban dos hombres, a otra dos mujeres, o un hombre y una mujer, algunas veces las ancianas señalaban un manuscrito, se acercaban a sus acompañantes y murmuraban algo, en ese momento la niña se percató que todo en la biblioteca era silencioso, sabía que la ciudad antigua era bulliciosa, pero nada de lo que sucedía afuera podía afectar la biblioteca. La niña volteó para observar la puerta que se volvía a abrir y tratar de comprender que artilugio aislaba el mundo de papel en que se encontrba de la ciudad antigua, sin embargo sus ojos se escurrieron por una escalera que llevaba a una segunda planta, la niña se percató una vez más de la inmensidad de la biblioteca, una vez más, se percató que no podría explorarla en un solo día, que no podría comprender los misterios de aquel lugar en unas pocas horas, una vez más reconoció que la esposa del tejedor tenía la razón.

Había ya pasado bastante tiempo desde que Casandra envió a la niña a traer agua, pero a la mujer no le extrañaba, luego de algunos días de conocerla comprendió la curiosidad de la niña y su búsqueda de respuestas a todo, hasta ya disfrutaba enviando una hora antes de necesitarlo a hacer encomiendas a la niña, sabía que algo nuevo encontraría, un nuevo lugar, una nueva tienda, un nuevo color para los tejidos de su esposo, una nueva ave... Eso era lo que más le intrigaba, cada día la niña descubría una nueva ave, ella tenía casi treinta años y solo conocía las palomas de la plaza, no es que no amara las palomas, de hecho cada vez que lo necesitaba, cerraba los ojos y trataba de recordar el vuelo de las palomas en la plaza de la catedral, el vuelo que recibía a los nuevos esposos y como justamente el día de su boda una graciosa paloma blanca se posó en su hombro, señal inequívoca de felicidad y prosperidad según los ancianos del pueblo. El caso es que aún para la niña ya era demasiado tiempo, Casandra envidiaba a veces la libertad y despreocupación de la niña, recordaba su niñez y todos los momentos que pasó feliz corriendo por el campo, aprendiendo los quehaceres del hogar, recordaba al monge que hospedaron en su casa y como este le enseñó "todo lo que ocuparás para se una gran mujer" como el decía, el monje le enseñó a leer y un poco sobre los números, en la ciudad antigua pocos excepto los comerciantes y los estudiantes saben de números. Todo se acomodó y luego de varios años terminó trabajando con el padre de su esposo, luego de repasarlo todo, cerró sus ojos y el vuelo de palomas blancas inundaron su mente. De pronto, una respiración acelerada interrumpió su pensamiento.
- ¿Donde has estado todo este tiempo niña?- su pregunta no llevaba un reproche consigo, más bien su voz era la de una niña entusiasmada a la orilla de una fogata esperando que un anciano del pueblo cuente las experiencias vividas durante sus viajes misteriosos. La niña contó sus experiencia, la ausencia de la anciana que vendía amuletos, el camino empedrado, el compás de la plumas, el anciano de barba puntiaguda, la puerta, el agua, el salón y como había corrido desde el pozo hasta la tienda para evitar llegar antes de que los panaderos anunciaran las tartas de manzana de los martes.
- La biblioteca, una vez estuve ahí - dijo la mujer - ¿Quieres volver supongo?
La niña asintió con su cabeza, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa.
- Haremos un trato, en adeante irás después del almuerzo y antes de que los panaderos anuncien sus tartas, no te bastará un día lo se, y puede ser que a veces precises más horas, pero trata de contenerte, llegará el día en el que puedas tener todo el tiempo para la biblioteca.

La niña se enteró que definitivamente volvería, pero aún quedaba mucho tiempo hoy, así que la niña decidió explorar con detalle cada uno de los vitrales que adornaban las paredes y permitían el paso de una luz agrabale al salón. Luego de ver el tercer vitral se percató que el héroe de esta historia no era un hombre, si no una mujer, se percató que la mujer estaba  sentada junto a un telar, - como la esposa del tejedor- pensó la niña. La mujer veía como del cielo descendía un ángel cargando una espada, la heroína parecía rechazar la espada en el siguiente cuadro, pero en el tercer cuadro se enfrentaba a un dragón negro que escupía llamas, en el siguiente cuadro el dragón era blanco y escupía escarcha, en el siguiente cuadro la heroína se enfrentaba a un gigante. Había dos cuadros más en el vitral, en el primero la heroína estaba de pie sobre el cadaver de los tres monstruos mientras el mismo ángel del primer cuadro descendía del cielo nuevamente, la niña también se dió cuenta que la mujer si aceptó la espada que el ángel le ofreció. El último cuadro representaba dos tumbas, sobre cada tumba había una imagen que parecía una estatua, a la izquierda la imagen era la de un caballero con armadura, a la derecha la heroína, ambas figuras entrelazaban sus manos sosteniendo la misma espada, la espada que el ángel le llevó a la heroína, sobre las estatuas se presentaba la figura del ángel.
-Llevas mucho tiempo mirando ese vitral - la voz que interrumpía los pensamientos de la niña - supongo que conoces la historia de Cordelia - la niña negó con su cabeza, pensó que era descortés pero su emoción era tanta que temía hablar y romper la apacible calma del lugar - ¿Quieres oirla? - prosigió el hombre, mientras la niña seguía dando su respuesta, esta vez afirmativa al hombre - Bien, antes de la fundación de la ciudad antigua los hombres se enfrentaron a los gigantes que poblaban la tierra, o al menos eso cuenta la leyenda, cuando los hombres se debilitaban nació un heroe, un poderoso guerrero que guió a los hombres y conquistó la tierra, este hombre se llamaba Nikola, Nikola estaba enamorado de Cordelia, antes de salir a luchar contra el rey supremo contrajeron matrimonio, pero en la batalla contra el rey supremo un grupo de hombres de los reinos del sur conspiraron contra Nikola y lo entregaron al rey supremo, este lo asesinó, pero un ángel logró rescatar su cuerpo.
- El ángel del vitral - dijo la niña al fin
- Correcto, sin embargo el ángel debía comunicarle a Cordelía la muerte de su amado.
- Cordelia no está rechazando la espada entonces, se lamenta por la muerte de su esposo - dijo la niña, mientras el hombre miraba a la niña que se perdía en sus pensamientos tratando de reinterpretar la escena frente a sus ojos.
- El ángel trajo consigo la espada de Nikola - prosiguió el hombre temiendo ser ignorado - y se la entregó a Cordelia, Cordelia le pidió al ángel un favor, que reconstruyera la armadura de Nikola y se la entregara también, unos días después Cordelia apareció llevando la armadura de su marido en el campo de batalla, los ejercitos enloquecieron al ver al gran heroe resucitado, el rey supremo desfalleció al pensar que se enfrentaba a un dios y palideció cuando Cordelia retó a los maestros más fuertes del rey supremo, el dragón de fuego y el dragón de hielo, por último se enfrentó al rey supremo y lo abatió. Una vez los venció se quitó el casco de su armadura y el ejército humano se enteró que Cordelia había sido su salvadora.
- Pero, ¿Y las tumbas? - Preguntó la niña ansiosa.
- El ángel le había dicho a Cordelia que le daría la armadura de su marido pero que de nada valdría salir al campo de batalla sin la fuerza necesaria para retar a sus enemigos, Cordelía pidió la fuerza necesaría para luchar, a cambio estaría dispuesta a entregar su vida. Convinieron que mientras no se quitara el casco podría usar todas las fuerzas que necesitara a cambio de sus años de vida, Cordelia, devastada por la muerte de su único amor aceptó. Por eso en el cuadro puedes ver al ángel acercarse a Cordelia mientras alza la espada en sus manos sobre los cadáveres de sus enemigos.
La niña seguía admirando el vitral, quizas trataba de imaginar escenarios de la batalla en su mente, escenarios que no podía alcanzar a comprender una niña de nueve años, escenarios de la triste guerra que hace que una joven decida invertir toda su vida para alcanzar apagar ese dolor.
- ¿Conoces la plaza del sol? Justo detras de ella hay un cementerio, en el centro del cementerio hay una cripta, se tuvo que construir para resguardar uno de los tesoros más grandes del mundo antiguo, dentro de esa cripta podrás ver las tumbas de Nikola y Cordelia, con sus estatuas sosteniendo la misma espada con sus manos y el ángel guardián de sus destinos.

miércoles, 30 de julio de 2014

Sol, Luna, polvo, diosa...

-Apoyada sobre la arena perdía su mirada en las lejanas nubes que rompían el límite entre el mar y el cielo,  solo el ir y venir de las olas acunaba el tiempo, tiempo que pasaba lento en su mirada, mirada que ahora se perdía en el rojizo sol que moría en el horizonte anunciando el tan esperado anochecer,  luego estrellas,  luego meteoros, fugaces luces que brillan por un instante, luego se pierden, inertes, piedras que se desintegran en polvo diminuto que se unen al polvo del planeta, polvo del que nacimos, polvo hermano del alma, polvo esparcido en el cielo que se acuna en la nube,  esa nubes que acuna tus pensamientos, y luego, la noche nos acuna con su brisa mientras yo te acuno a vos entre mis brazos,  quieta, explotando por dentro, explotando como explota la revolución, como explota un beso de tus labios cuando se unen con los mios, como explotan las estrellas fugaces, en el mismo polvo del que sos vos y del que soy yo; polvo, estrellas, ¡Luna! Pero antes, muere el Sol, mientras de tu cara brota la tristeza de ver el mundo opacarse, luego tu boca pronuncia un conjuro que invoca luces en el cielo y luciérnagas en la playa y estrellas fugaces que explotan, mientras tus labios explotan con los mios y tu vientre explota la historia de un pueblo sin amor, y después, ¡LUNA! Y tu mirada ya no llora la partida del Sol y tu pies bailan al compás del baile insensato de las luciérnagas mientras se crean fuegos en la playa, retumban los cantos profundos de tambores que emulan el golpeteo insesante de las olas en la arena, y las flautas se confunden con el ruido de las aves que buscan refugio en el bosque y tu, tu te despojas de tu humanidad para hacerte diosa, para dominar a las luciérnagas, para hacer retumbar las olas en la arena, para hacer cantar a las aves dormidas, para caer al suelo, junto a mí, cerca; y siendo diosa, mi humanidad es nada, haces explotar tus labios en los mios, convirtiendo en polvo mi humanidad hasta perderme en vos, hasta convertirte en diosa de mi sangre y de mis latidos, hasta explotar el cielo, la Luna, el Sol, las estrellas, hasta explotar en ti...-

sábado, 16 de junio de 2012

¿Por qué cuesta tanto?


¿Por qué cuesta tanto?
¿Por qué no se pueden decir esas palabras
que el corazón desea y la mente planea?
¿Por qué la razón no se rige por el corazón
sino por el intelecto y los prejuicios?

Son mejores las flores que las armas
y aún así no logro despegarme de ellas,
de esos sueños que quedan tras los cristales
y poco a poco se deterioran con los rayos
pálidos y tibios de la razón.

Y al final las notas suenan en otro piano
y el mío sigue sin tocar aquella melodía
que escribí cuando iba a morir.


A mi musa, ¿por qué cuesta tanto...?

En el olvido está mi alma


En el olvido está mi alma,
ya no me trae los recuerdos
de las cortezas multicolores
de las tardes del verano.

 Las voces pierden su color,
el aroma de sus versos se
desvanece en el silencio,
solo quedan las memorias.

 Pero queda una voz vibrante
que rellena los espacios de 
mi mente y de mi alma,
alejando las tragedias.

Esa voz débil y vacilante
que toma fuerza con el sueño
que canta por las vidas con
esperanzas y deseos de vivir.

Esa voz termina marcando el
ritmo de mis latidos una vez más,
y empuja mis sueños al abismo,
donde puedan ser libres y volar.